Otra fuente de salud son los alimentos de color azulado, como los higos y las ciruelas, pues son ricos en antocianinas. Estos pigmentos hidrosolubles tienen un fuerte poder antiinflamatorio que reduce el tamaño de las varices de manera considerable.
Los flavonoides, presentes en la cebolla y los frutos rojos -especialmente las frambuesas-, ayudan a proteger las paredes de las venas y mejoran la circulación periférica. Además, protegen y fortalecen los vasos venosos.
También es conveniente consumir “más alimentos recomendados para mejorar las varices de carácter hidratante, como el aceite, el aguacate, la col, las nueces, la sandía, el melón y las semillas de chía o calabaza”, aseguran desde el portal especializado Dieta Coherente.
Y por último, aunque no menos importante, los expertos aconsejan tomar una infusión digestiva después de cada comida como, por ejemplo, manzanilla, azahar, jengibre, hinojo o hierbaluisa.